23 de març del 2011

No se puede vender la piel del oso antes de cazarlo

Wilander Vidal & Nasarre McEnroe 9
Paco Noah & Marc Connors 7

Ayer se iniciaba la segunda manga del CIPCH 2010-2011 con el partido que estrenaba el nuevo sistema de puntuación.

¿Y cuál es este nuevo sistema se preguntaran algunos? Muy fácil, un único set donde el primero que llegue a 10 juegos, con un mínimo de 2 de diferencia, se lleva la victoria.

Resultado: 9 a 7. Termina el tiempo reglamentario establecido y no se puede finalizar el partido.

Pero en el CIPCH hay mucho gallo suelto, mucho pecho hinchado, demasiado pavoneo adolescente con acné y hormonas desatadas.

Wilander Vidal y Nasarre McEnroe se han auto-adjudicado una victoria inexistente. ¿Qué les pasa por la cabeza a este par de veteranos jugadores curtidos en mil batallas que recurren a estas artimañas barriobajeras?

Nada impide a Paco Noah y Marc Chang ganar 9 a 11 en la reanudación del partido. Nada. O 10 a 12, o 27 a 29. No vamos a enumerar todas las posibilidades por ser infinitas.

Uno x uno:

Wilander Vidal: Concentrado. Su obsesión por la victoria le impidió tomar riesgos. No subió a la red. No se jugó ni una bola. ¿Objetivo? El de cualquier macho en celo, “meterla como sea”.

Nasarre McEnroe: Sólido. Como su pareja de baile, jugó a lo mismo. Detalles como un servicio hiper-cortado y algún passing colorista, hicieron que se marchara de las instalaciones con una sonrisa en su boca y la satisfacción del trabajo bien hecho. Que vuelva a la tierra, más dura será la caída…

Paco Noah: Pletórico. Acostumbrado a que los rivales carguen sobre él todo el juego, se multiplica y como gato panza arriba, se defiende con uñas y dientes. Aún no ha logrado entender por donde pasó esa bola que nunca jamás debió superar la red.

Marc Connors: Cabalgando. De todos es conocido el pletórico estado de forma de este jugador, que se está sometiendo a duras cargas de trabajo aeróbico y eso asusta a sus rivales. Pide a gritos más bolas y más pista, que se le queda pequeña, por ello debe montarse a lomos de su compañero para devolver bolas inverosímiles.

Y ya conocen ustedes lo que les digo siempre: el tiempo, ese dueño y señor que quita y da razones, pondrá las cosas en su sitio…

Butanito García

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